viernes, 7 de abril de 2023

La ética notarial en la Ciudad de México: garantía de protección, inversión y seguridad jurídica

Recientemente experimenté una situación poco común en la Ciudad de México, donde un notario público comenzó a realizar una fe de hechos en una empresa de manera abrupta, sin obtener previamente consentimiento de encargados, directivos o representantes legales, ni identificarse adecuadamente, y sin explicar claramente el motivo de su presencia. El episodio me resultó inusual, toda vez que, en la Ciudad de México, los notarios públicos son reconocidos por su especial rigor en el cumplimiento de la ley. Son profesionales recelosos de su labor, conscientes de la importancia y responsabilidad que conlleva su papel como jurisconsultos modernos e intermediarios en la formalización de actos. Realizan su labor con gran escrúpulo, garantizando la legalidad y validez de sus actos, lo que les confiere una reputación de confianza y seriedad en su labor notarial.

La figura del notario en la Ciudad de México, al igual que en otros lugares del mundo, es de suma importancia en el ámbito legal y económico. Los notarios son profesionales del derecho encargados de brindar asesoría en la interpretación y aplicación del derecho en asuntos incontrovertidos y dar fe pública a diversos actos jurídicos. Su función es fundamental, ya que garantiza la legalidad y la seguridad jurídica de los actos, y contribuye a generar certeza en la ciudadanía que la solicita.

Ahora bien, en el caso de personas morales, como empresas o instituciones, es especialmente relevante que las diligencias sean realizadas con sus representantes legales, quienes actúan en nombre y representación de la entidad. Esto garantiza que se cumplan los requisitos y formalidades legales necesarios en la toma de decisiones y en la celebración de actos en el ámbito jurídico y empresarial. Sin embargo, aún cuando esto no se observe, tratándose de diligencias que tienen por objeto asentar hechos materiales, conocidas comúnmente como “fe de hechos”, de acuerdo con el artículo 144 de la Ley del Notariado en la Ciudad de México, el notario tiene la obligación de identificarse previamente a su realización y de hacer saber el motivo de su presencia. Esto tiene como fin asegurar la transparencia y la legalidad en dichos actos, así como brindar confianza a las partes involucradas en el ejercicio de sus funciones.

La probidad, es decir, la honestidad y rectitud en la conducta, es un principio fundamental en la labor de los notarios, tal y como se establece en el artículo tercero de la ley en cita. La integridad y la ética profesional son valores inquebrantables que deben regir su actuación, ya que su labor implica la confianza pública y la garantía de la legalidad en los actos jurídicos en los que intervienen. La probidad se manifiesta en la imparcialidad, la transparencia, la confidencialidad y la diligencia en su actuación, lo cual contribuye a la confianza y la credibilidad del notariado.

La Ciudad de México se ha destacado como uno de los principales polos de inversión en el país, en gran parte, gracias a dicho comportamiento ético y profesional de los notarios. La función notarial ha sido fundamental para mantener la confianza de ciudadanos y empresas. Es crucial que se mantenga una vigilancia constante y se erradique cualquier conducta que se aparte de estos principios, a fin de asegurar un ambiente propicio para la protección y seguridad jurídica de los ciudadanos, así como la inversión y el desarrollo económico del país.

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